La globalización es el término que describe la creciente interdependencia entre las economías, las culturas y los pueblos de los países o regiones. Este concepto está ampliamente asociado con la reducción de las barreras al comercio y la inmigración transfronterizos.
El proceso más intenso conocido como globalización tuvo lugar en el siglo XIX, asociado a la industrialización de los países desarrollados.
Sin embargo, la globalización no es inevitable. Entre guerras y crisis, ese proceso no siempre ha sido tan acentuado como en los últimos años, y es en ese escenario que encaja Brasil, más globalizado desde la década de 1990.
El proceso de globalización de Brasil
Desde la antigüedad, las empresas han buscado diferentes lugares para conseguir lo que internamente no tenían. Esta integración económica también ha permitido las relaciones sociales y culturales.
En la historia brasileña, esta relación se remonta a su descubrimiento por parte de la exploración portuguesa y europea en el Brasil colonial.
Más recientemente, la industrialización se ha convertido en una de las principales herramientas del proceso de globalización, en el que Brasil comenzó a apoyarse después de la formación de un estado evolutivo bajo el gobierno de Juscelino Kubitschek (1956-1961).
Sin embargo, después de pasar por años de crecimiento, la economía brasileña ha enfrentado largas crisis e hiperinflación.
La globalización en el país se ha intensificado desde 1990 con la liberalización de la economía. En un intento por controlar la inflación de la época, el gobierno de Collor (1990-1992) fomentó una mayor apertura, privatización y reducción del gasto público en la economía.
Durante esta década, el país también ha fortalecido su participación en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Una de las consecuencias fue la caída de los aranceles brasileños, siguiendo el ritmo de otros países emergentes.
Tradicionalmente, Brasil es visto como un país proteccionista, que apuesta por mantener las exportaciones por encima de las importaciones y también por aplicar aranceles. Estos también siguen siendo más altos que en otros países en desarrollo.
Mirando sus exportaciones e importaciones, podemos ver que ha habido una tendencia a abrirse al resto del mundo. Esto es evidente a partir del grado de apertura, medido por el porcentaje del comercio exterior en el producto interno bruto (PIB):
Aquí se debe considerar que, a pesar de estar entre las mayores economías del mundo, la participación de Brasil en el comercio mundial es menor que la de otros países, especialmente los emergentes, como China e India.
En términos de inversiones extranjeras, Brasil ha mostrado una tendencia de crecimiento en los últimos años, prometiendo intensificar el proceso de globalización para los próximos años.
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Aspectos positivos y negativos de la globalización brasileña
En varios aspectos socioeconómicos es posible percibir la presencia de la globalización en el país. A pesar de algunas barreras, la interacción de los brasileños con el mundo se siente, por ejemplo, con el uso de teléfonos inteligentes y el acceso a Internet.
Además de permitir el acceso a productos extranjeros, el país es un importante exportador de materias primas. El punto positivo es la atracción de consumidores externos.
Como en muchas economías alrededor del mundo, la globalización ha mejorado la competencia y ha mantenido bajo control los aumentos de precios, como en el pasado.
En el lado negativo, considere los cambios demográficos que han tenido lugar en los últimos años. Gran parte de la población se ha concentrado en los principales centros urbanos después de que los avances tecnológicos hayan reemplazado el trabajo de las personas en las zonas rurales.
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